Soy hoy mejor hombre que hace 24 años. 5 de noviazgo y 19 de matrimonio. Ha sido ella, quien, sin advertirlo ni reconocerlo, ha logrado pacientemente, con entrega y con riguroso celo por mi bien, rehabilitarme en mis mayores debilidades. Me sostiene y me anima para la no recaída y me acepta y me abraza en la derrota. Mis manos tiemblan al escribir estas palabras y se anudan en una mezcla de recuerdos matizados de indiferencia, desagradecimiento y falta de reconocimiento de mi parte. La amo y soy inmensamente feliz en mi matrimonio y le he prometido amarla más, amarle mejor y no sé cómo. Mi capacidad de donación se agota en un escaso cumplimiento del deber. ¿Tienes tu una respuesta para mí?
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